Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1887-1888 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 15 de junio de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Salcedo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 140, 4217-4218
Tema: Historia de la crisis pasada y propósitos del nuevo Ministerio, criterio del nuevo Gobierno respecto a las reformas militares y motivo que ha originado la dimisión del capitán general de Castilla la Nueva

Yo me encuentro verdaderamente embarazado para contestar al Sr. Salcedo, porque después de haber tenido la honra de presentar al nuevo Ministerio en el otro Cuerpo Colegislador, se inició allí un debate por medio de preguntas de un Sr. Senador, pero tuvo la amabilidad y la deferencia de advertirme que si el Gobierno deseaba cumplir en este Cuerpo el deber de cortesía que acababa de llenar en aquél, accedería a que cumpliese este deber para dirigir después sus preguntas y explanar en todo caso una interpelación; y yo, aprovechándome de esta deferencia que aquel Sr. Senador me dispensaba, acepté [4217] su indicación y le ofrecí que así se cumpliera con el deber de cortesía en este Cuerpo, volvería a contestar a sus preguntas y aceptar el debate que se presentara. (El Sr. Silvela, D. Francisco, pide la palabra).

El Gobierno está, en realidad, en falta con aquel Sr. Senador, y quizá con aquel alto Cuerpo Colegislador, en el que se ha iniciado el debate, porque nos tiene aquí retenidos ahora el Sr. Salcedo, y no sé yo si la deferencia y el respeto que se merecen recíprocamente ambos Cuerpos Colegisladores permite este género de discusión. Si lo permitiese, el Gobierno la acepta; pero yo quiero hacerlo con la protesta (para que se sepa en el otro Cuerpo Colegislador) de que si he faltado a mi promesa, es porque me retienen aquí, a pesar mío, deberes también parlamentarios.

Hecha esta salvedad, yo le debo decir a S.S. que en las palabras que he pronunciado respecto de las reformas militares encontrará la contestación que desea que yo le dé, y también el Sr. Ministro de la Guerra. Debo advertirle, por de pronto, que la opinión que atribuye S.S. al Sr. Ministro de la Guerra no es exacta, porque el Sr. Ministro de la Guerra no estaba en la Junta consultiva cuando ésta emitió su informe respecto a las reformas militares.

De manera que el actual Sr. Ministro de la Guerra no ha emitido opinión ninguna pública u oficialmente respecto de las reformas militares. Pero si no ha emitido esa opinión, ha admitido las reformas militares en el mismo sentido en que ya estaban aceptadas por el Ministro anterior, con todas aquellas transacciones patrióticas que fuera conveniente hacer con los partidos políticos, pues sabe S.S. que lo mismo el señor Canalejas que el Sr. Ministro de la Guerra anterior habían transigido con el jefe del partido conservador en ciertos y determinados puntos; como querían transigir, y se proponían hacerlo, con los jefes de todas las demás fracciones políticas, porque el uno y el otro han dicho hasta la saciedad que querían unas reformas militares que tuvieran carácter nacional y en las que interviniesen todos los partidos, para quitarles en absoluto todo carácter de partido y aún todo carácter político. Pues eso mismo es lo que piensa hacer este Ministerio; eso mismo es lo que quiere hacer el señor Ministro de la Guerra, y es lo que he dicho yo que se hará.

Por consiguiente, está contestado S.S. en todo lo que se refiere a las reformas militares. Vendrá la discusión; pero hasta tanto, como he indicado, las dificultades que hacen imposible su pronta aprobación proporcionan al Gobierno un tiempo que sabrá aprovechar buscando mayores facilidades para su discusión y aprobación, y que utilizará también para examinar el resultado de la discusión hasta ahora habida y las diversas opiniones emitidas aquí y que se emitan en lo sucesivo, a fin de no dejar sin satisfacer ninguna pretensión justa, y sobre todo, para darles el carácter nacional que el Gobierno desea que tengan las reformas militares. No hay nada nuevo que decir a S.S., porque todo eso lo ha aceptado el Sr. Ministro de la Guerra y está dispuesto a hacerlo.

En cuanto a la otra cuestión que ha tocado S.S., la cuestión de derecho en cuanto a la interpretación de las Ordenanzas militares, el Ministerio anterior tomó un acuerdo, y al ir a realizarlo sobrevino la crisis. Pues ese mismo acuerdo lo acepta el Ministerio actual; acuerdo que consiste en que antes de resolver cuestión tan delicada no sobran los informes y los dictámenes de los Cuerpos consultivos, y por consiguiente, éstos serán oídos, por lo mismo que no hay prisa para resolver; porque es claro que el conflicto pudiera repetirse como ha venido, sin embargo de que yo, en tantos años de vida política, no recuerdo haber visto uno semejante; pero es de esperar que no sobrevenga en veinticuatro horas; y en este supuesto, ya que hay tiempo y espacio para resolver la cuestión, vamos a resolverla con el mayor número de datos posible y con todo conocimiento de causa; y al efecto, este Ministerio sostiene el acuerdo del anterior, que consiste en fundar en los informes de los Cuerpos consultivos la resolución definitiva que sobre este punto haya de adoptarse.

De manera que, hoy por hoy, el Sr. Ministro de la Guerra tiene la misma opinión que los demás Ministros, y todos haremos lo que proceda, en vista de los informes y dictámenes que nos den los Cuerpos consultivos, a los cuales se va a llevar la cuestión.

Me parece que debe quedar satisfecho el Sr. Salcedo, a quien he contestado en el menor número de palabras posible, porque deseo acabar aquí para ir a cumplir un compromiso y un deber que tengo contraídos en el otro Cuerpo Colegislador. [4218]



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